miércoles, 5 de diciembre de 2007

Me alegra no necesitarte pero, a veces, me da miedo. Ya pasó, después de tres años, ya pasó. Era, en contra de lo que muchas veces pensé, cuestión de tiempo. Yo también he puesto de mi parte pero ha habido más de tiempo y razón que de esfuerzo. Te intento pensar y ya no te pienso. Y ya no te echo de menos. Me cuesta decírtelo porque me entristece. Porque ya no sé si alguna vez fue amor.
Significabas mi ternura, mi capacidad de perdón, mi deseo amoroso. Quise durante mucho tiempo utilizar verbos pasados y ahora que lo hago el sabor es bueno. Pero me apena. Ya no me siento tuya como si fuera algo irremediable. Te quiero, siempre te querré aunque no pueda volver a amarte. No de la manera que tú quieres. No de la manera que no quiero. A veces me pregunto si fue amor. Se supone que sí. Pero pudiera ser que fuera obsesión. Si fue amor, duró poco y se alargó mucho. Y ya no te añoro, ya no te lloro, ya no te pienso aunque no me creas. Pese a todo, seguiremos viéndonos, lo sé, probablemente durante mucho tiempo, lo sé. Y me seguirás pidiendo que te diga que te quiero cuando hacemos el amor. Y me seguirás abrazando como si aún fuese tuya. Y seguiremos compartiendo en el presente vestigios de pasado que nunca volverán. Es probable que ahora que te miro más como a persona que como a amado, no sepa por qué me enamoré de ti y eso, me distancia más que cualquier otra cosa, me enfría el corazón.
Fuiste mi amado, fuiste mi vida y ahora eres tan poco que dudo del amor.

No hay comentarios: